07 mayo 2006

Nueva Economía

Aunque este neologismo, calco del inglés New Economy, sea un concepto muy complicado de definir, por ser multifacético y encerrar mil matices, se podría decir que se refiere a la nueva forma de producir tras la revolución de los avances tecnológicos, en especial los relacionados con la informática e internet y que suponen la base de la productividad y la competitividad. De esta primera aproximación al concepto se podría extraer que a lo largo de la historia ya ha habido “nuevas economías” en cuanto a que se refiere a un cambio económico, productivo y social tras una nueva tecnología revolucionaria.

El máximo exponente de esta revolución es, sin duda, Estados Unidos, al alcanzar, en el año 2000, 107 meses de fase expansiva, caracterizada por el pleno empleo (una tasa de desempleo estructural o NAIRU [ver ANEXO] del 4% de la población activa), un incremento del IPC de tan solo el 2’3% y un crecimiento del PIB del 4’5%. A ello hay que sumar el superávit público, el déficit comercial y de la balanza por cuenta corriente en ascenso, las cotizaciones bursátiles históricamente elevadas y la continua apreciación del dólar. Esto llevó a las tasas de ahorro a niveles nulos e incluso negativos puesto que además, este país se especializa en rentabilizar más eficientemente el ahorro de los demás.

Todo ello fue posible, no solamente gracias a la evolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación como se suele creer, sino también por el progreso tecnológico. La aceleración del progreso técnico unido al incremento de las inversiones en TIC’s provocó un importante aumento en la productividad no agraria. Esto desembocó en cambios en la gestión de las empresas (mayor flexibilidad organizativa, redefinición óptima del tamaño de las empresas -lo que disminuye costes-), menor aversión a invertir, mejor gestión del riesgo, nuevas formas de organización, mejora de las técnicas de producción, comercialización y distribución... lo cual supuso una aceleración del crecimiento de la productividad. A la vista de los resultados provocados por las TIC’s (su creciente protagonismo y el aumento de capacidad de computación, el abaratamiento de las tecnologías unido a mayores prestaciones, aumentó la productividad generada por éstos, la intensidad de inversión en ellas) se produjeron efectos spillover (se refiere a la capacidad de incrementar los rendimientos de una inversión por la realización de otros de inversiones similares. Es decir, por ejemplo, internet no sería tan importante si existiese de forma aislada para algunas personas, sino que es precisamente la interconexión de millones de personas la que le da su importancia).

La aceleración del progreso técnico en industrias de alta tecnología y el importante aumento de la inversión en tecnologías de la información provocaron un aumento de la productividad, lo que llevó a un aumento de la oferta agregada, a la reducción de los costes unitarios y a una disminución de las tensiones inflacionistas. Esto hizo que el riesgo de endurecimiento excesivo de las condiciones monetarias disminuyera notablemente.
El resultado conjunto fue un importante aumento de la renta per cápita dejando obsoleta la idea de que el riesgo de inflación limitaría las posibilidades de expansión económica. Por todo ello, se denominó a Estados Unidos, o a esta nueva forma de producir y funcionar, “Nueva Economía”, “Nuevo Paradigma”, “Era de la información” o “Economía del conocimiento”.

Para que Europa se posicionara a la altura de EEUU sería necesaria una inversión importante en capital físico, pero aun mayor en conocimiento (I+D+i), en capital tecnológico y, por supuesto, en capital humano ya que esta nueva era supone unos requerimientos formativos superiores, ya que al existir una sobreinformación, lo que prima es la capacidad de gestionarla.


ANEXO: NAIRU
Las siglas provienen de Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment (Tasa de desempleo no aceleradora de la inflación) y se refiere al desempleo estructural: aquel que pese a las mejores condiciones económicas no desaparece. No se mantiene constante en el tiempo, sino que varía según las legislaciones, el comportamiento de los agentes... Cuando lejos de disminuir, aumenta, se denomina histéresis.
La idea surge a finales de los 70 cuando economistas de corte neoliberal como Friedman o Phelps analizan conjuntamente los datos de desempleo e inflación para Estados Unidos y perciben que estas dos variables están inversamente relacionadas, de modo que al aumentar una, la otra disminuye. Llegan a la conclusión de que la tasa de desempleo tiende a un mismo nivel de “equilibrio”, del que solo se aleja cuando las autoridades económicas fuerzan una reducción de la inflación.
La representación gráfica por excelencia de este fenómeno es
la curva de Phillips y cuya evolución se puede observar en el siguiente enlace
http://www.aulafacil.com/Macro/Lecc-23-2.gif


Bibliografía:
“La economía en la red. Nueva economía, nuevas finanzas” de Emilio Ontiveros.
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